viernes, 7 de marzo de 2025

LAS MUCHACHAS QUE BAILARON CON LA LUNA (LEYENDAS DE GORA)


Las muchachas que bailaron con la luna y otras leyendas de Gora
Namik Dokle (Libros de las Malas Compañías)
Fotografía: Pedro Delgado

[...] Las tres mujeres recordaron la leyenda que se contaba sobre Gora y los goranos desde los tiempos en los que sus tatarabuelos aún no habían nacido. Decían que, cuando llegó la noticia de que Dios convocaría a todas las comarcas para repartir entre ellas sus bienes, partió hacia allá un gorano, quien viajó nueve días y nueve noches sin parar hasta alcanzar la Casa del Señor. Mas encontró la mesa ya quitada, todos los demás habían tomado lo que Dios les donó y se habían ido. El mismo Dios se sorprendió al toparse con el gorano.
–¿De dónde vienes? –le preguntó.
–Vengo del fin del mundo –le respondió–. De un lugar llamado Gora.
–Has llegado tarde, ya repartí todos los bienes que tenía.
–¡Oh, Señor, hice nueve días y nueve noches de camino hasta el patio de tu casa, no me hagas volver con las manos vacías!
 Dios echó una ojeada al patio, tomó una piedra y se la dio.
–Esto es lo único que me queda y te lo doy de todo corazón, quizá tendréis pocas cosas en la vida, pero a las piedras de vuestros montes las querréis sobremanera.
De la leyenda Vengo del fin del mundo

Si la leyenda más antigua de Gora se remonta al día en que Dios convocó a un habitante de cada región del globo para darle a cada cual algo de lo bueno de este mundo, el origen de esta nueva obra del albanés Namik Dokle –traducida por María Roces González y recién publicada por la editorial Libros de las Malas Compañías– se remonta a la noche en la que Namik presentó su novela Las hijas de la niebla (2Sicilias Reino Editorial–Ginger Ape Books, 2022) en el Instituto Cervantes de Madrid. Terminado el acto, y en compañía de María Roces y Cristina Herreros, fueron a tomar algo a la calle Sagasta. Allí, la conversación giró sobre Albania y la región de Gora, donde se desarrollaba su novela, un texto salpicado de leyendas, a cada cual más increíbles.

 Namik Dokle nació en 1946 en Durrës, en la costa adriática, pero pasó toda su  infancia en la aldea gorana de Borje (Kukës), de ahí que animara la velada contando numerosas leyendas de la zona. Cristina, que es la editora de Libros de las Malas compañías, le preguntó entonces por qué no escribía un libro con todas las leyendas de Gora, rematando la pregunta con un ofrecimiento: «Yo te lo publicaría con sumo placer». Al que María añadió otro: «Y yo lo traduciría con gran satisfacción».

Vista del pueblo de Borje (Albania), 31 de diciembre de 2010
Fotografía: Flickr (aljabak85)

 Namik no pudo o no supo negarse a semejante oferta y, pacientemente fue recopilando y dándole forma a todas las leyendas que pululan por la comarca de Gora, desmembrada en la actualidad en tres Estados balcánicos: Albania, Kosova y Macedonia del Norte –originariamente, tras la Primera Guerra Mundial, quedó dividida entre Albania y la desaparecida Yugoslavia–.

[...] una comisión internacional de las grandes potencias europeas le otorgó nueve aldeas a Albania y las veinte restantes al entonces reino yugoslavo. Desmembramiento que resultó aún más brutal durante el periodo comunista, cuando la Albania de Enver Hoxha y la Yugoslavia de Tito cerraron herméticamente la frontera entre ambos Estados y una parte de Gora quedó bajo dominio de Serbia. «Tito en la parte de allá, Enver en la de acá y la niebla en medio», decían entonces los goranos. Una macabra separación de personas y familias, de sufrimientos y alegrías entre parientes. Mi madre tuvo durante décadas la esperanza de poder abrazar a dos de sus hermanas, casadas al otro lado de la línea divisoria marcada por la comisión Internacional, pero se murió sin poder hacerlo.
Del prólogo de Namik Dokle

 Algunas de las leyendas que aparecen en este libro ya aparecían en Las hijas de la niebla –un tríptico del que aguardo expectante la traducción de sus otras dos entregas–, pero la gran mayoría son para mí una novedad, una deliciosa sorpresa que, además de dar a conocer el rico y singular patrimonio cultural de una región y de un grupo etnográfico, va a permitir que no se pierdan estas historias, que sobrevivan a la muerte de los más ancianos, pues el gorano tiene la particularidad de ser una lengua oral y no escrita –al transcribirla se utilizan los caracteres albaneses–.

 La lengua que hablan los goranos es una lengua eslava arcaica, que no se enseña en la escuela ni se aprende en los libros, y «empapada», tanto en su estructura gramatical como en el léxico, de palabras procedentes del macedonio, serbio, búlgaro, albanés y turco. Hasta el punto de que, políticamente, a la población de Gora la pretenden como propia cuatro Estados, mientras Turquía la considera «herencia» suya. Pero los goranos se consideran a sí mismos nashinci, es decir «nuestros», y a su lengua la denominan nashinski: «nuestra lengua».
Del prólogo de Namik Dokle

 Nos dice también Namik en el prólogo que ha escrito para el libro, que el floclore de Gora se nutre más de la lírica que de la épica y que los goranos cantan y cuentan más leyendas sobre el amor que sobre la guerra, sobre las víctimas de la historia que sobre sus héroes; algo que se puede constatar al adentrarnos en las páginas de Las muchachas que bailaron con la luna y otras leyendas de Gora.

Las muchachas que bailaron con la luna y otras leyendas de Gora
Namik Dokle con ilustraciones de Jesús Gabán
Fotografía: Pedro Delgado 

FLORES QUE NO SE MARCHITAN EN NUEVE AÑOS

Unos días después de su boda, a Asan Ago le ordenaron unirse de soldado al ejército. El príncipe estaba inmerso en una larga guerra y necesitaba hombres jóvenes para sustituir a los muertos en combate. Fue presa de una gran tristeza, hasta el punto de que las estrellas celestes se percataron de ello y les dio mucha pena.
 –¿Por qué estás tan triste, Asan Ago? –le preguntó el Lucero del Alba.
 –¿Cómo dejar y dónde dejar a mi joven desposada? –dijo Asan–. No es una novia como todas las demás. Se ha criado como un pino negral. De sus raíces brota el agua mejor del mundo. Su cuerpo lo iluminan la luna y la estrella del alba. Cuatro vientos acarician sus ramas. En su copa se detiene el sol...
 La madre de Asan dispuso pan blanco para nueve días de camino.
 La hermana de Asan le preparó ropa para nueve años.
 La mujer de Asan salió al huerto a coger flores para él.
 Cogió las flores más hermosas del huerto, aquellas que parecían absorber la luz del sol, de la luna y de la estrella del alba.
 Cuando Asan se montó en el caballo, se le acercó la recién casada. Le entregó las flores y le dijo:
 –Son las flores de mi alma, te esperaré nueve años. Al décimo, si no has regresado, me casaré con algún viudo achacoso y sucio.
 –¿Cómo sabré que llega ese día? –le preguntó Asan a su bella esposa.
 –Te lo anunciarán las flores de mi alma... Durante nueve años no se marchitarán, al décimo se irán encorvando sus corolas.
 Se marchó Asan y en la sangrienta guerra no logró contar los días, los meses ni los años. Tras cada batalla contemplaba el ramillete florido. Pasaron, de ese modo, los nueve años y las flores no se marchitaban. El día primero del año décimo observó un pétalo gacho. Un alarido de dolor y tristeza cubrió el campo de batalla.
 Aquel mismo día, abandonó Asan la guerra y emprendió el camino de regreso. El aroma de las flores aún sin marchitar lo mantuvo vivo durante tres días y tres noches, hasta que llegó a su casa. En el patio lo esperaba su mujer. Su hermoso rostro apenas comenzaba a marchitarse, pero, en cuanto vio a su amado, se abrió y hermoseó de nuevo como las flores, como en su primer día de amor.

 Ahora solo hace falta que ustedes valoren el trabajo de Namik, su esfuerzo ímprobo por recopilar en papel estas historias milenarias para que nunca caigan en el olvido y, a través de la magnífica traducción de María Roces, las apreciemos y nos emocionemos con ellas.

CON LA LEY DE DIOS

Gora se quejaba de su enorme pobreza. Y entonces Dios llamó a un hombre honesto para preguntarle cuáles eran las preocupaciones de Gora. El gorano se las contó todas. Dios le creyó y le dijo:
 –Pues te doy tres mil ovejas, vete a Gora y repártelas de acuerdo con la ley de Dios.
 Tomó las ovejas y bajó a las brañas de Gora. Dio una voz a todos los goranos y comenzó a repartir las ovejas entre cada familia.
 Cuando llegó el primer aldeano, le preguntó:
 –¿Cuántas ovejas tienes en casa?
 –Solo dos –dijo el aldeano.
 –Pues toma otras dos.
 El aldeano agarró las dos ovejas y se marchó muy contento.
 El segundo solicitante tenía cinco ovejas.
 –Pues toma otras cinco –le dijo el delegado de Dios.
 Y así fue como el que tenía diez se llevó otras diez, el que tenía veinte se llevó otras veinte y el que tenía cien se llevó otras cien ovejas.
 Se armó un gran alboroto y se alzaron protestas por aquella clase de reparto. Y las protestas de Gora desembocaron como un río directamente en el cielo. Dios llamó de nuevo al hombre honesto y le reprochó enojado:
 –¿Por qué hiciste eso? ¡Acaso no te dije que repartieras las ovejas de acuerdo a la ley de Dios!
 –Eso hice.
 –¡¿Cómo es eso?! –se sorprendió el Señor.
 –Tantas como les habías proporcionado tú, esas mismas les di yo.
***

EL MANZANO DEL HAMBRE

El hambre es peor que la muerte. Cuando sobreviene, Gora es un infierno. Las gentes no saben qué hacer, no saben adónde ir, no se reconocen a sí mismas. Sin embargo, parten por caminos desconocidos para ganarse la vida. Cuando cayó la primera hambruna, las mujeres y las desposadas vendieron todos los dijes de oro con los que adornaban el pañuelo que les cubría la frente. Cuando cayó la segunda hambruna, muchas aldeas de Gora quedaron abandonadas y sus tierras fueron ocupadas por gentes llegadas de cerca y de lejos. Cuando le sobrevino la tercera hambruna a Gora, muchos hombres y mujeres cruzaron las montañas, entre la nieve, para ir en busca de sustento. Mas solo unos pocos volvieron a casa; algunos fueron descuartizados por los lobos, a otros los asaltaron los ladrones y se lo robaron todo y la mayoría se congeló y acabó hecha un témpano por el frío.
 Una mujer, que había dejado en casa a sus dos niños pequeños, consiguió superar todos esos peligros y, siete días después, volvió a su casa. Pero había tardado demasiado en su deambular en busca de alimento; el hambre era más rápida, más feroz y despiadada. Cuando llegó a su casa, sus dos hijos, muertos de hambre, habían sido enterrados. Le mostraron las tumbas y ella comenzó a llevar a diario pan caliente a ambas fosas, mientras plañía, gemía y a continuación balbuceaba:
 –¡Comed, almas mías, comed deprisa, no se os vaya a enfriar el pan!
 Tres días después la encontraron congelada entre las dos tumbas de sus hijos, en una mano llevaba el pan y en la otra dos manzanas. Con ambos la enterraron.
 En primavera, en medio de las tumbas, brotó un manzano que fue creciendo con los años y se convirtió en sombra de los muertos. Las gentes lo llamaban el «Manzano del hambre».

 Para que se hagan una idea de lo remoto de Gora, esa tierra de baladas y leyendas, les diré que en mi guía de viajes de Albania de la Lonely Planet –la Biblia del viajero– no aparece nada sobre la región, lo que engarza muy bien con esas nieblas que parecen cubrirla y que acrecienta el aura sobrenatural de la comarca.

Mis libros de Namik Dokle e Ismaíl Kadaré sobre Albania
Fotografía: Pedro Delgado

 En mi viaje por Albania, aquel verano del 2017, no tenía aún la guía de la Lonely en mi poder, así que recorrí el país con la información que obtuve en la Oficina de Turismo y en los libros de Ismaíl Kadaré que llevaba. Lástima desconocer por entonces los escritos de Namik Dokle, porque de haberlos conocido habría visitado alguna de las aldeas de Gora. De hecho, buscando la Kulla de Kurpalve pasé por la ciudad de Kukës, que está a tan solo 30 kilómetros por carretera de Borje, donde, como les dije más arriba, pasó su infancia Namik Dokle.

La ciudad de Kukës, Albania
Fotografía: Pedro Delgado

 Quién sabe, quizás algún día el espíritu de Majka, esa vieja que pasó doscientos o trescientos años en este mundo olvidada de la muerte, me lleve con su magia de nuevo a Albania y pueda, por fin, visitar la comarca. Será como zambullirme de nuevo en las historias y leyendas de mi estimado Namik.

Nota: Esta entrada está dedicada al autor de este libro, Namik Dokle, y a su traductora, María E. Roces González, a los que conocí una tarde de marzo de 2023 en la librería Áncora de Málaga.

Las hijas de la niebla, de Namik Dokle en la librería Áncora de Málaga
Fotografía: Pedro Delgado

https://cartadesdeeltoubkal.blogspot.com/2023/07/las-hijas-de-la-niebla.html