lunes, 23 de abril de 2018

ESCRITOS SOBRE NATURALEZA


Escritos sobre naturaleza de John Muir (Editorial Capitán Swing)
Fotografía: Pedro Delgado

Aprovechando las últimas lluvias y fríos de abril, he quemado la leña que me quedaba leyendo, frente a la chimenea, el primer volumen de Escritos sobre naturaleza de John Muir. Quizás a algunos no les suene ese nombre, pero estoy seguro de que si les menciono Yellowstone o Yosemite, saben que son dos de los parques nacionales más importantes de los Estados Unidos. Pues bien, John Muir fue el primer defensor de esos espacios naturales y una figura fundamental en la creación del sistema de parques nacionales estadounidenses; hasta el punto de que este naturalista, nacido en Dunbar (Escocia) y emigrado a América a los once años con su familia, está considerado como el “padre de los Parques Nacionales”. Para mí, como para muchos, su nombre está ligado a todos esos amantes del vagabundeo campestre y de los retiros voluntarios y austeros en una cabaña de madera en el bosque: Henry David Thoreau, Ralph Waldo Emerson, Edward Abbey y un largo etcétera a los que algunas editoriales están rescatando últimamente; entre ellas Capitán Swing que además de este volumen tiene editados los diarios de Thoreau y El solitario del desierto de Abbey, esa temporada en los cañones de Utah de potente portada que espero leer algún día.


 El John Muir que nos muestra la solapa tiene el rostro y la  barba pétrea de los tramperos y exploradores del Far West o de los balleneros de Nantucket.

John Muir (Dunbar, 1838 - Los Ángeles, 1914)

 Hay en ese medio perfil, en esa mirada clara y limpia que rehuye la cámara, un aura como de profeta evangélico, "una santidad laica de recogimiento y silencio". Sin duda, su credo es la Naturaleza, y sus escritos su evangelio. Estas páginas incluyen La historia de mi niñez y juventudMi primer verano en la sierra –en forma de diario–,  Stickeen, y tres breves ensayos: Salvad la secuoya roja, Lana salvaje y Los bosques americanos.
Cualquier imbécil puede destruir un árbol. Estos no tienen la capacidad de defenderse por sí mismos o de salir huyendo.
 En Stickeen, narración escrita en 1909, he encontrado ecos del mismísimo Jack London, del amor que éste sentía por los perros y la vida salvaje. Incluso está ambientado en Alaska, y, como en Colmillo Blanco, el nombre del perro protagonista es el que da título al relato.
El pequeño aventurero tenía apenas dos años y, a pesar de ello, nada le parecía novedoso ni abrumador. Sin precaución, curiosidad o miedo algunos, trotaba valientemente como si los glaciares fueran campos de juego. Su cuerpo recio y abrigado parecía formar un único músculo saltarín, y resultaba maravilloso verlo saltar sobre abismos aterradores de seis u ocho pies de anchura sin mostrar preocupación alguna. Su coraje era tan inquebrantable que daba la impresión de deberse a un fallo en su percepción de las cosas, a una mera audacia ciega. Yo trataba de advertirle que tuviera cuidado, pues me había acompañado en tantas excursiones que tomé la costumbre de hablarle como si fuese un niño y pudiera entenderme.
 Stickeen y John Muir viven una aventura en un glaciar plagado de grietas, un lugar que me trajo a la mente mi recorrido por el glaciar de Svínafellsjökull en el Parque Nacional Skaftafell de Islandia; la misma zona en la que una tormenta, como la que sorprendió a Muir y a su perro, hizo que desaparecieran dos jóvenes estudiantes de la Universidad de Nottingham en 1953. Ian Harrison y Tony Prosser debieron caer en alguna grieta, y no fue hasta 50 años después cuando la morrena del glaciar devolvió restos de su equipo –aunque no sus cuerpos–. Pero esa es ya otra historia.

Glaciar de Svínafellsjökull, Islandia.
Fotografía: Pedro Delgado Fernández











Escritos sobre Naturaleza de John Muir, editado por Capitán Swing con prólogo de Robert Macfarlane y traducción de Ernesto Estrella Cózar y Carlos Estrella Cózar.
http://capitanswing.com/libros/escritos-sobre-naturaleza/

El dogma que declara que el mundo fue creado especialmente para el uso del hombre es una de las opiniones más extendidas entre nuestra civilización. Este parece ser, además, el obstáculo principal para la comprensión adecuada de las relaciones entre cultura y estado salvaje. Cada animal, cada planta, cada cristal contradicen este dogma de un modo evidente. Y aun así, a lo largo de los siglos, se nos sigue adoctrinando con estas ideas, cuyo resultado es que, todavía hoy, vivimos bajo la oscuridad de una gran mentira que se ha vuelto difícil de contradecir.

¡¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!!

domingo, 22 de abril de 2018

CON PERMISO DE JOHN CHEEVER


El nadador, cortometraje dirigido por Pablo Barce

Hay un relato corto de John Cheever, quien solía publicar en la revista The New Yorker, que lleva por título El nadador. En él, Cheever nos cuenta la historia de un hombre de mediana edad que, en un día caluroso de verano, decide volver a casa atravesando todas las piscinas que encuentra. De cómo es recibido en ellas y de lo que le sucede al protagonista del relato no voy a hablarles ahora –no sea que no lo hayan leído y les destripe el final–. Hay también una película de 1968 que rodó Sidney Pollack con Burt Lancaster en el papel del nadador. En ella, las metáforas del texto sobre las ilusiones perdidas, lo volátil de la felicidad, la fugacidad de la vida y la muerte que a todos nos espera, se vuelcan al celuloide.


 Estoy seguro de que a mi amigo el escritor Sergio Barce, cinéfilo confeso, no se le pasó este detalle cuando tituló uno de los relatos de Últimas noticias de Larache con el mismo título de Cheever.
 Son narraciones muy distintas, y, mientras la primera se ambienta en un condado de la costa este de los Estados Unidos, la segunda lo hace –cómo no, tratándose de Sergio– en el vecino Marruecos. El nadador de Barce nada en pos de una ilusión, un sueño con forma de barco que lo lleve a las gradas del Santiago Bernabeu. Pedirle un autógrafo a Roberto Carlos, ver a Zidane cabecear al fondo de la red. España al otro lado del Estrecho.
Los brazos se hundían fabricando una espuma salada que se diluía a su espalda tras una existencia efímera. Igual ocurría con la pequeña estela de ondas dispersas que abandonaba atrás. Todo el movimiento era de una armonía impecable: los brazos, las piernas, el giro de la cabeza al tomar aire, sumergirla y expulsar ese mismo aire por la boca, bajo el agua. En ningún instante cerraba los ojos. Hakim veía en el fondo primero la arena y las algas desvalidas, luego sólo arena y, más tarde, el verde azulado del océano.
 Así empieza el relato de Sergio Barce y el cortometraje que, dirigido por su hijo Pablo, se estrenó el jueves pasado en el Festival de Cine de Málaga con las mejores críticas –el corto ya viene avalado por cuatro premios en la 20ª Semana del Cortometraje de la Comunidad de Madrid–. Grabado en Larache (Marruecos) y en Calpe (Alicante) en el mes de noviembre, con guión de Pablo y Sergio Barce, fotografía de Jorge Roig y producción de César Martínez (Dexiderius Producciones), cuenta con los siguientes nombres en el reparto: Taha El Mahroug, Amin Moutaouii, Nezar Moussa, Morad El Jaouhari, Ghita Taha, Youssef Chghaich, Ahmed Bilal, Mario Zorrilla y Sergio Barce junior.

Escena de El nadador, cortometraje dirigido por Pablo Barce

Escena de El nadador, cortometraje dirigido por Pablo Barce

Escena de El nadador, cortometraje dirigido por Pablo Barce

Escena de El nadador, cortometraje dirigido por Pablo Barce

 Gracias a César, Lucía y yo conseguimos asiento en una sala abarrotada, donde pudimos comprobar el excelente trabajo que ha realizado todo el equipo, pues el cine, lejos del trabajo en soledad del escritor, es un arte colectivo. Pablo Barce demostró en su debut que tiene talento. Si a eso le sumamos la ilusión y la madurez, que se traduce en la seriedad en el trabajo, le auguramos el mejor de los futuros.

 Es curioso que unos días antes, en la charla "Cine y literatura", organizada por el Aula de SUR que dirige el escritor y también amigo Pablo Aranda, se hablase de la dificultad que encuentran muchos escritores –entre ellos los allí presentes: Marta Sanz, Daniel Ruiz, Miguel Ángel Oeste y el propio Aranda– a la hora de adaptar sus novelas o relatos al cine, prefiriendo la mayoría desentenderse del guión; sin embargo, Sergio Barce se lanzó al reto de cabeza, gustoso, formando un binomio con su hijo que ha dado un excelente resultado.

 Por todo esto que les cuento, a partir de ahora y con permiso de John Cheever, cuando escuche hablar de El nadador pensaré en los dos Barce. Qué digo en los dos, en los tres, pues Sergio Barce jr. también lo borda, al igual que Mario Zorrilla, en el papel de pescador.

  Y para concluir, aquí les dejo unas fotografías del día del estreno:

Pedro Delgado, Pablo Barce y Sergio Barce en el estreno de El nadador
Festival de Cine de Málaga 2018
Fotografía: Lucía Rodríguez

Pedro Delgado con César Martínez en el estreno de El nadador
Festival de Cine de Málaga 2018
Fotografía: Lucía Rodríguez

Pablo Barce, Sergio Barce, Sergio Barce Jr. y César Martínez
Festival de Cine de Málaga, 2018
Fotografía: Lucía Rodríguez

Pablo Barce Orellana y Ana Orellana
Festival de Cine de Málaga 2018


Nota: El cartel del cortometraje es obra de la diseñadora Rebeca Arribas. www.rebecarribas.com