jueves, 27 de febrero de 2025

LARAMIE, LA EDITORIAL DEL CÓMIC DEL OESTE


Laramie Ediciones, la editorial del cómic del Oeste

Jacques La Ramée o La Remy (Quebec, Canadá, 1784) fue un un hombre de la frontera, un explorador, trampero y comerciante de pieles franco-canadiense que abandonó en 1815 su Quebec natal para irse a vivir a lo que hoy es el estado de Wyoming, en Estados Unidos. Allí, seis años después, desapareció misteriosamente: unos dijeron que su cuerpo apareció flotando en un dique de castores, otros que fue asesinado por los indios cerca del río; algunos afirmaron que murió a manos de un oso y los más que desapareció sin dejar rastro.

 Sea como fuere, su nombre cobró peso después de su muerte, cuando sus amigos tramperos decidieron ponerle su nombre al río donde solía cazar. Al bautizo de aquel río como Laramie (La Ramée), le siguieron una cordillera en el borde oriental de las Montañas Rocosas y su pico más alto, una ciudad, un condado y un fuerte del ejército: Fort Laramie.

 El fuerte Laramie estaba situado en un punto alto cercano al río Laramie, por lo que ese fue el nombre que se impuso a los anteriores –Fort William y Fort John– cuando las caravanas se dirigieron al Oeste por la ruta de Oregón y la ruta Bozeman. Los de mi generación (1966) mamamos el wéstern de nuestros padres –amor que también he conseguido transmitirle a mis hijos–, y lo hicimos en forma de películas, series, tebeos y juguetes: no había Día de Reyes Magos sin trajes de indios y vaqueros, estrellas de sheriff, pistolas con sus cartucheras, rifles y muñecos de plástico y construcciones del Oeste de Comansi y, más tarde, de Exin West y Famobil.

Algunos de los fuertes de Comansi
Fotografía: Página web de Comansi

 Imaginé que, como yo y como tantos otros, Alberto Simón Calonge (1960) se encontraría una caja con el Fuerte Laramie de Comansi una mañana de Reyes en el salón de su casa, de ahí que al fundar un nuevo sello de cómics dedicado al wéstern, Alberto decidiera bautizarlo con el nombre de Laramie Ediciones, en honor a lo que ese nombre representa para los que amamos el género.

 Como ese pensamiento no era ninguna certeza, quise preguntarle a Alberto por aquel fuerte y por el origen del nombre de la editorial. Y esto fue lo que me dijo en un correo:

«Pues mira, Pedro, uno de los recuerdos más grabados que tengo de la infancia y los juguetes, tiene que ver con eso: un fuerte de madera del Oeste. Y, como sugieres, un día de Reyes. En aquellos días, ya lejanos, los vecinos hacían regalos a los hijos de los otros vecinos. Ese año, en casa de mi vecino, no había nada más que carbón; seguramente, cuando ya habían asomado las primeras lágrimas, mi vecino nos llevó a la terraza, donde había un estupendo fuerte, con sus soldados de caballería!!
 Pero la decisión de nombrar así a la editorial, tiene que ver con el cine, claro. El cine, y mi debilidad por James Stewart.»

James Stewart en El hombre de Laramie, western de Anthony Mann

 Fue leer esas palabras y acordarme de El hombre de Laramie, el magnífico wéstern de Anthony Mann, con James Stewart en el papel protagonista. Una película que se estrenó en España en Madrid el 31 de enero de 1956.

 En su apuesta editorial, surgida en Madrid en el año 2022 –primero de la mano de la editorial Nuevo 9 y luego ya como editorial independiente (ligada a la librería Elektra Cómics de Madrid)–, Alberto Simón se ha centrado en recuperar a grandes clásicos del Oeste, como Welcome to Springville de Giancarlo Berardi, las aventuras de Tex de Breccia y Wilson, Loco Sexton y El Cobra de Arturo del Castillo, El gran botín de Eduardo Barreto o Diablo Canyon de Eugenio Sicomoro.





 A todos ellos suma ahora Wes Slade, de George Stokes, historietista canadiense que, a pesar de servir en las Fuerzas Aéreas Canadienses, prefirió dedicar su arte al wéstern en lugar de a las hazañas bélicas. George Stokes emigró al Reino Unido, donde trabajó para el mercado británico, colaborando en los primeros años 50 con el estudio del editor y artista de cómics Mick Anglo (el creador de Marvelman, más tarde conocido como Miracleman), y después con la editorial IPC/Fleetway.

Wes Slade, de George Stokes (Laramie Ediciones, 2025)
Fotografía: Pedro Delgado

 George Stokes se hizo muy popular por su serie del Oeste Wes Slade, sheriff de Silver City (Nuevo México), que publicó en tiras de prensa, en forma de página dominical, el Sunday Express desde el 29 de enero de 1961 al 28 de junio de 1981; encargándose de los guiones y los dibujos hasta el año 1979, cuando James Edgar se hizo cargo de los guiones –un año después, y hasta la cancelación de la serie, el dibujo pasaría a las manos de Harry Bishop–. Todos estos datos están recogidos en el estupendo prólogo que abre el tomo, firmado por Francisco Sáez de Adana.

[...] y su sustitución en la misma (en mitad de la historia "The Territory") se produjo probablemente debido a su fallecimiento prematuro a la edad de 47 años. En todo caso, su labor estaba tan ligada a la serie que esta duraría poco más de un año después de que su creador dejara de dibujarla.

 Su fallecimiento en la cima de su talento, a esos 47 años de edad, nos privó de su genio. Menos mal que nos dejó sus historias y sus dibujos. En España se publicaron en formato novela gráfica sus primeros números en los años sesenta, en Cheyene y Caribú, de la editorial catalana Ediciones Olivé y Hontoria.

 Y a finales de los setenta varias de las historietas de George Stokes aparecieron adaptadas al formato cómic en algunos números de la revista Blue Jeans, Bumerang y Totem Extra Especial Western de las cuales conservo algunos números.


 Ambientada en Silver City, una ciudad de Nuevo México próxima a la línea fronteriza ente Estados Unidos y México, la serie transcurre a mediados del siglo XIX, aproximadamente en la década de 1860, reflejando muy bien "la problemática de la vida en la frontera y la diferencia de culturas" que allí se daban.

Silver City, Nuevo México, en 1980
Fotografía: Western Mining History

 Laramie Ediciones nos trae ahora, en una edición de lo más agradable por el formato y el diseño empleados, tres de las aventuras de Wes Slade. Pero no son tres historias cualquiera, son nada más y nada menos que el arranque del personaje, las tres primeras historietas del sherrif Wes Slade publicadas por entregas del 29 de enero de 1961 al 3 de noviembre del mismo año: Los 'muertos vivientes', Pistolas rápidas en Carrizal y Emboscada en Ochoa Springs.

Wes Slade, de George Stokes (Laramie Ediciones)
Fotografía: Pedro Delgado

Contenido del Wes Slade de Laramie Ediciones
Fotografía: Pedro Delgado

Se trata de una versión adaptada para su publicación en libro proveniente de la edición que realizó la editorial británica Express Books en el año 1979. En esta edición se trató de adecuar el formato de las páginas dominicales originales que tenían una estructura fija de tres tiras en las que la primera viñeta era un resumen de lo que había sucedido en la historia hasta ese momento, con el fin de facilitar la continuidad narrativa de cada una de las tres historias, sin que esta se vea lastrada por su formato de publicación original. Aunque todo lo relativo a la vida de Stokes está bastante difuso, parece que el propio autor participó en el diseño de esta nueva edición.

 En las tres destaca el nivel artístico y argumental de sus historias, marca de la casa, huyendo siempre de los estereotipos que tanto daño le hicieron al género. Porque George Stokes ya hacía un wéstern revisionista cuando todavía no se había inventado ese término.

Páginas 20-21 de Wes Slade, de George Stokes (Laramie)
Fotografía: Pedro Delgado

Páginas 50-51 de Wes Slade, de George Stokes (Laramie)
Fotografía: Pedro Delgado

En este último aspecto, hay que destacar cómo Stokes huye de los estereotipos del género, mostrando unos relatos más apegados a la realidad, incluyendo en muchas ocasiones eventos y personajes inspirados en episodios reales de la historia de los Estados Unidos. En esa búsqueda de realismo, destaca sobre todo la imagen de los indios norteamericanos que se salen del papel de enemigos despiadados, habitualmente con poco diálogo, para convertirse en personajes tridimensionales de los que conocemos sus motivaciones gracias a la importante presencia que tienen en muchas de las historias. En las historias de Stokes hay indios violentos y otros que buscan la paz y también hay indios que se ven obligados a defenderse con violencia ante el ataque del hombre blanco, de la misma manera que hay personajes blancos que son violentos y otros que no lo son. En definitiva, se trata de contar la vida de personas sean de la raza que sean, mostrando siempre la complejidad inherente al ser humano que hace imposible su clasificación en compartimientos estereotipados.

Tarjetón de Laura Pérez para Laramie Ediciones

 Hechas las presentaciones, no me queda más que darles la bienvenida a territorio Laramie y despedirme como lo haría el mismísimo George Stokes o el propio Alberto Simón: ¡Saludos desde la frontera!

Nota: los textos a color pertenecen a la introducción La frontera según Wes Slade, de Francisco Sáez de Adana para Laramie Ediciones.

La frontera según Wes Slade, introducción de Francisco Sáez de Adana
Fotografía: Pedro Delgado

domingo, 2 de febrero de 2025

LA LARGA CARRETERA DE ARENA


La larga carretera de arena, de Pier Paolo Pasolini (Gallo Nero Ediciones)
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

Ahora que empezó el año, uno de mis propósitos es ponerme al día con las reseñas pendientes: libros que leí en el 2024 y, por falta de tiempo, no llegué a comentarles. Además, metidos en el invierno, me apetece hablarles del viaje que hice este verano y del libro que me incitó a realizarlo: La larga carretera de arena, de Pier Paolo Pasolini, reeditado el pasado junio por Gallo Nero con una nueva portada –elaborada, como la anterior, por Donatella Iannuzzi, la propia editora, quien con gran sentido de la estética y unas tijeras propias para el collage alterna recortes fotográficos para las ediciones, e ilustraciones para las reediciones–.

La larga carretera de arena, de Pier Paolo Pasolini
Editorial Gallo Nero

 Fue leer aquel título en el escaparate de una librería y enseguida pensar en recorrer todo el litoral malagueño desde punta Chullera hasta la última cala de Maro. Y cuando tuve el libro en las manos, y le di la vuelta para leer la sinopsis, comprendí que mi pensamiento no había sido muy descabellado e iba muy acorde con aquella lectura.

Entre junio y agosto de 1959, montado en un Fiat 1100, Pasolini recorre «la larga carretera de arena» de Ventimiglia hasta Palmi y de allí «presa de una especie de obsesión deliciosa», llega hasta el municipio más al sur de Sicilia para luego volver a remontar la costa oriental y llegar a Trieste. En La Spezia, desde donde sale hacia San Terenzo y Lerici, siente que está a punto de empezar uno de los domingos más bonitos de su vida. En Livorno no dejaría nunca «el enorme litoral lleno de jóvenes y marineros libres y felices». Y, finalmente, en el Circeo: «el corazón me late de felicidad, de impaciencia y de orgasmo. Solo con mi 1100 y todo el Sur delante de mí. Comienza la aventura».
Pier Paolo Pasolini durante su visita a Génova en 1959
Fotografía: ©Paolo di Paolo
Es la revista Successo la que encarga a Pasolini este reportaje que finalmente saldrá en tres partes entre julio y septiembre. En su viaje, el poeta encontrará amigos, intelectuales y personajes conocidos, se entusiasma con la gente simple de los pueblos más remotos (en Portopalo «la gente está como loca y es la mejor de Italia, raza purísima, elegante, fuerte y dulce»). Con su entusiasmo por el descubrimiento, con su mirada emocionada y aguda de futuro director toma nota de imágenes e impresiones tan potentes que nos devuelven un cuadro de la Italia de entonces, una Italia donde la explosión económica todavía no prevalece sobre la felicidad y el sueño pasoliniano de inocencia.

 El fotógrafo Paolo di Paolo, que por entonces tenía 34 años, acompañó al escritor de 37 en la primera parte de aquel viaje, de Ventimiglia a Ostia, para realizar las fotografías que acompañarían el texto de Pasolini en la revista Successo; aunque el escritor no nos informa de ello en las páginas del libro, quizás porque entre ambos se estableció una relación de cortesía y no una verdadera amistad. Sí nos lo cuenta Paolo Mauri en el prólogo, y el propio Paolo di Paolo en El tesoro de la juventud, el excelente documental sobre el fotógrafo que hizo el cineasta y también fotógrafo Bruce Weber.

Carabineros en Forte dei Marmi, 1959
Fotografía: ©Paolo di Paolo

 Tan italiano como un Fiat 1100 podría haber sido una Vespa, pero decidí recorrer la costa malagueña caminando, pues como dice Werner Herzog en su biografía, «el mundo se revela a los que viajan a pie».

 Como Pasolini, cambié el ¡Cuanto más lejos, mejor! por un viaje de proximidad, lo que algunos han venido a llamar Turismo de kilómetro cero. Además, fue un viaje muy económico, pues iba con lo imprescindible, pasando las noches al raso en la playa envuelto en un saco sábana.

1º día Senda Litoral Málaga: Playa de Sabinillas
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

1º día Senda Litoral Málaga: Torre de la Sal (Casares)
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

2º día Senda Litoral Málaga: Amanecer en Estepona
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

2º día Senda Litoral Málaga: Marbella Club
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

2º día Senda Litoral Málaga: Gimnasio al aire libre (Marbella)
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

2º día Senda Litoral: Atardecer en las dunas de Los Monteros (Marbella)
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

 En un principio iba a acompañarme uno de mis hijos, pero finalmente no le sedujo la idea de caminar durante varias jornadas entre la playa y el urbanismo desaforado de tantísimos ayuntamientos. Así que no compartimos el asombro o la decepción, ni el cansancio ni la inquietud a la noche. Viajé solo, pero, por tanto, libre. Dueño pleno del tiempo, capitán de mis pasos bajo los cielos celestes u oscuros y estrellados. Feliz ante la incertidumbre y el cansancio.

3º día Senda Litoral Málaga: Barquito pesquero (Marbella)
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

3º día Senda Litoral: Torre de Lance de las Cañas (Marbella)
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

3º día Senda Litoral: Torre Ladrones (Dunas de Artola, Cabopino (Marbella))
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

3º día Senda Litoral Málaga: Calahonda
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

3º día Senda Litoral Málaga: Fuengirola
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

4º día Senda Litoral Málaga: Playa de Guadalmar
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

4º día Senda Litoral: Playa El Balneario (Málaga)
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

 La Senda Litoral me descubrió decenas de atalayas, coquetos fortines e interesantes mosaicos y ruinas romanas. También zonas de dunas y acantilados que son reservas naturales y dan cobijo a una flora y una fauna peculiar. Y por supuesto, playas encantadoras a las que volver algún día con una toalla y un libro bajo el brazo.

4º día Senda Litoral Málaga: Playa Peñón del Cuervo
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

5º día Senda Litoral Málaga: Amanecer en Torre del Mar
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

5º día Senda Litoral: Virgen del Carmen (Torre del Mar)
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

5º día Senda Litoral Málaga: Lagos
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

5º día Senda Litoral Málaga: Faro de Torrox
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

5º día Senda Litoral Málaga: Playa de Nerja
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

Playa de Ferrara, El Morche (Torrox)
Fotografía: ©Pedro Delgado Fernández

 La larga carretera de arena me acompañó durante mi caminata: a veces, leía una frase y pensaba que esa línea estaba en consonancia con lo que veía a este lado del mediterráneo.

 [...] la arena está lisa, parece el pavimento de un salón de baile.
***
 En los grandes paseos marítimos, desordenados, grandiosos, siempre se respira aire de fiesta, [...]
***
 Empiezan ahora las playas de mi infancia y mi adolescencia: ya no habrá descubrimientos, sino verificaciones.

 Pero al libro de Pasolini se le puede sacar más provecho desde casa, buscando en Google las imágenes de los bellos y pintorescos pueblos y ciudades que menciona, siguiendo su ruta en Google Maps o en algún atlas y poniéndole cara a las personalidades con las que se encuentra, algunas conocidas como Fellini, Moravia, Visconti o Gianni Agnelli, pero otras desconocidas para mí, como Elsa De Giorgi, Lorella De Luca, Franca Valeri o Adriana Asti.

No cabe duda: el tono, el énfasis, la alegría de estos encuentros nos remiten a un Pasolini joven que no ve la hora de salir al encuentro del mundo, sobre todo en ese Sur donde todo le parece más auténtico.
(Del prólogo de Paolo Mauri)

Anna Magnani en su villa de San Felice Circeo, 1955
Fotografía: ©Paolo Di Paolo

 Pasolini no recorre solamente el litoral de la bota, sino que también visita sus islas, como Isquia, Capri o Sicilia, donde se baña «en la más pobre y más lejana playa de toda Italia».

Ahí delante hay un islote, todo arena y chumberas, con una torre barroca. Pregunto a uno de los jóvenes que, como siempre, están sentados en el murete: «¿Puedes llevarme a esa isla? ¿Cómo se llama?» «¡Isla de Portopalo!», responde desconcertado, quizá porque para él la isla no tiene nombre. Baja a la barca y, remando despacio, atraviesa el pequeño brazo de mar, que la luz agonizante tiñe de turquesa y rosa. Desembarcamos en el islote, al pie de la torre, y, ya casi bajo la sombra tierna y perfumadísima de la noche, me doy un baño en la más pobre y más lejana playa de toda Italia.

 A veces, mi cabeza se salía del texto espoleada por alguna referencia, como cuando Pasolini describe su paso por Génova en la página 30. En ese momento, me pregunté qué habría sido de mi amigo Alfredo Maiolese, «Feissal», el genovés al que conocí antaño en Damasco. Y en el momento en que apareció Livorno en la página 45,  me asaltó la atmósfera veneciana que nos envolvió a mí y a mi familia en aquella escala de nuestro crucero por el Mediterráneo. La sorpresa de encontrarnos con aquellos canales y puentes en el barrio de Venezia Nuova, que recorrimos en un barquito.

 También cuando Pasolini conduce desde Reggio a Tarento y, aunque no la menciona, pasa cerca de Catanzaro, donde está de Erasmus mi sobrina Alicia. Pasolini habla del viento, de la eterna borrasca de la zona al hablar de la playa de Soverato, y recuerdo lo que me dijo mi sobrina estas navidades: que siempre hace viento en Catanzaro, como si fuera la Tarifa de Italia, algo que atestigua el dicho: «Encontrar un amigo es tan raro como un día sin viento en Catanzaro».

Chiesa di San't Omobono, Catanzaro (Italia)
Fotografía: ©Alicia Delgado Ferrary

 Y qué decir en la página 106, cuando Pasolini llega a Ancona, ciudad que, «a pesar de su triste reconstrucción», considera una de las más hermosas de Italia. Allí se celebró el Campeonato de Europa de veteranos de pista cubierta y campo a través del año 2009, en los que conseguí un 3º puesto en los 3.000 metros lisos. A ese bronce le sumé una plata por equipos en la prueba de Campo a través, donde fui 5º de la general. De aquello han pasado ya muchos años, pero la satisfacción por el esfuerzo recompensado permanece.

 Tras mi caminata por el litoral malagueño, tuve la necesidad de buscar en Filmin la «Trilogía de la vida» de Pasolini, compuesta por El Decamerón (1970), Los cuentos de Canterbury (1972) y Las mil y una noches (1974). No las veía desde mi juventud, y temía que me decepcionaran. Pero no sólo es que hayan envejecido bien, es que me han gustado muchísimo más que la primera vez. Sin lugar a dudas, 49 años después de su vil y mezquino asesinato en Ostia, Pasolini sigue siendo uno de los grandes.

Trilogía de la vida, Pier Paolo Pasolini