Me van a permitir que, aunque ya haya pasado el 8 de marzo, les recomiende un libro sobre el empoderamiento femenino en el deporte. Ya les hablé con todo lujo de detalles de Mujeres en el Deporte el 8-M en mi blog de atletismo Calle 1, pero quiero que asome también por aquí porque hay varias aventureras de armas tomar entre esas 50 intrépidas deportistas que, como reza el subtítulo, jugaron para ganar.
Una de ellas es la alpinista japonesa Junko Tabei, ya fallecida, cuyo nombre está inscrito con letras de oro en la historia de las ascensiones al Everest, pues fue la primera mujer en alcanzar la cima más alta del mundo el 16 de mayo de 1975.
Uno ve esta fotografía, la pose relajada, con la máscara de oxígeno puesta y la bandera japonesa desplegada que sujeta con una mano, y se pregunta si encontró allí algún techo de cristal. Yo creo que no, la veo con ese mono naranja y me parece que subió con la misma facilidad con la que los butaneros subían las bombonas a un quinto o un décimo sin ascensor en mi barrio cuando yo era pequeño. Nosotros vivíamos en un primero en calle La Unión, por eso no entendía que mi madre le pagase la bombona y una propina. Sólo cuando fui algo más mayor e intenté ayudarla a colocarla bajo la hornilla, y sentí como si se me fuese a quebrar la espalda, entendí el por qué de aquel dispendio.
Una de ellas es la alpinista japonesa Junko Tabei, ya fallecida, cuyo nombre está inscrito con letras de oro en la historia de las ascensiones al Everest, pues fue la primera mujer en alcanzar la cima más alta del mundo el 16 de mayo de 1975.
Junko Tabei en la cima del Everest, 16 de mayo de 1975 Fotografía: probablemente de Ang Tshering, el sherpa que la acompañaba |
Uno ve esta fotografía, la pose relajada, con la máscara de oxígeno puesta y la bandera japonesa desplegada que sujeta con una mano, y se pregunta si encontró allí algún techo de cristal. Yo creo que no, la veo con ese mono naranja y me parece que subió con la misma facilidad con la que los butaneros subían las bombonas a un quinto o un décimo sin ascensor en mi barrio cuando yo era pequeño. Nosotros vivíamos en un primero en calle La Unión, por eso no entendía que mi madre le pagase la bombona y una propina. Sólo cuando fui algo más mayor e intenté ayudarla a colocarla bajo la hornilla, y sentí como si se me fuese a quebrar la espalda, entendí el por qué de aquel dispendio.
Seguramente el techo de cristal que Junko Tabei no se encontró en aquella cima se lo topó en Miharu, su ciudad natal, a escasos 350 metros de altura sobre el nivel del mar –o en los 40 ridículos metros de Tokio–, tratando de convencer a los organismos oficiales y a las casas comerciales para que apostasen por su aventura, un patrocinio necesario para una empresa incierta, compuesta exclusivamente por mujeres, que fue tachada de imposible por muchos.
A los doce días de empezar a escalar el Everest siguiendo la ruta de Edmund Hillary y Tenzing Norgay, Junko y su equipo de escaladoras se vieron sorprendidas por una avalancha en el campamento base a 6.300 metros de altura. Ella y cuatro miembros de su equipo quedaron sepultadas, pero afortunadamente pudieron ser rescatadas por los sherpas y seguir adelante para hacer historia.
Otra de esas mujeres que admiro del libro, por el aroma a Jack London que tienen sus aventuras, es la musher Susan Butcher, la primera persona en ganar la carrera de Iditarod 3 años seguidos, y la primera mujer en ganarla 4 veces. Esta carrera de trineos tirados por perros sigue el trazado de las antiguas rutas de abastecimiento de las ciudades mineras del siglo XIX y de principios del XX en Alaska. 1.688 kilómetros por los que guiar los trineos con temperaturas bajo cero extremas, ríos helados cuya superficie se puede quebrar en cualquier momento, y animales salvajes que no entienden de carreras cuando el hambre o el miedo aprieta.
En el 2006 una leucemia se llevó por delante a Susan Butcher a los cincuenta y un años, pero su figura, además de ser llorada por sus huskys, todavía es recordada como una de las más importantes de la Iditarod. Por cierto, que entre sus hazañas aún sorprende su ascensión en 1979 a la cima del monte McKinley conduciendo un trineo de perros. Por si no se lo creen pueden verla en la fotografía junto a Joe Redington Senior.
Hay otras dos aventureras en el libro, esta vez relacionadas con el mar, pero prefiero que sean ustedes quienes las descubran.
https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2019/03/mujeres-en-el-deporte.html
La japonesa Junko Tabei, primera mujer en hollar la cima del Everest |
A los doce días de empezar a escalar el Everest siguiendo la ruta de Edmund Hillary y Tenzing Norgay, Junko y su equipo de escaladoras se vieron sorprendidas por una avalancha en el campamento base a 6.300 metros de altura. Ella y cuatro miembros de su equipo quedaron sepultadas, pero afortunadamente pudieron ser rescatadas por los sherpas y seguir adelante para hacer historia.
Mujeres en el Deporte, de Rachel Ignotofsky Nørdicacómic y Capitán Swing |
Otra de esas mujeres que admiro del libro, por el aroma a Jack London que tienen sus aventuras, es la musher Susan Butcher, la primera persona en ganar la carrera de Iditarod 3 años seguidos, y la primera mujer en ganarla 4 veces. Esta carrera de trineos tirados por perros sigue el trazado de las antiguas rutas de abastecimiento de las ciudades mineras del siglo XIX y de principios del XX en Alaska. 1.688 kilómetros por los que guiar los trineos con temperaturas bajo cero extremas, ríos helados cuya superficie se puede quebrar en cualquier momento, y animales salvajes que no entienden de carreras cuando el hambre o el miedo aprieta.
Susan Butcher con su trienio de perros en la Iditarod del año 1991 Fotografía: Paul A. Souders / Corbis |
En el 2006 una leucemia se llevó por delante a Susan Butcher a los cincuenta y un años, pero su figura, además de ser llorada por sus huskys, todavía es recordada como una de las más importantes de la Iditarod. Por cierto, que entre sus hazañas aún sorprende su ascensión en 1979 a la cima del monte McKinley conduciendo un trineo de perros. Por si no se lo creen pueden verla en la fotografía junto a Joe Redington Senior.
Joe Remington Sr. y Susan Butcher en la cima del Mt. McKinley en 1979 Colección familiar cortesía de Joe Remington Jr. (Anchorage Museum) |
"Hay muchas cosas difíciles en la vida, pero solo hay algo realmente triste, y es rendirse".
Susan Butcher
Susan Butcher, la musher que, estoy seguro, leía a Jack London Fotografía: Pedro Delgado |
Hay otras dos aventureras en el libro, esta vez relacionadas con el mar, pero prefiero que sean ustedes quienes las descubran.
Mujeres en el Deporte, de Rachel Ignotofsky, editado por Nørdicacómic y Capitán Swing Con traducción de Pedro Pacheco González |
https://pedrodelgadofernandez.blogspot.com/2019/03/mujeres-en-el-deporte.html
Un par de curiosidades que olvidé anotar:
ResponderEliminarLos conductores de trineos se llaman 'mushers' porque el término procede de 'marche', la orden de arrancar que daban los antiguos colonos franceses.
Iditarod significa 'lugar lejano' en la lengua de los nativos de Alaska.