lunes, 6 de abril de 2020

STAY SAFE. STAY HOME


A SKI MOVIE by PHILIPP KLEIN


Ya saben, si quieren subir montañas o deslizarse por sus laderas ahora que se prolonga el confinamiento por el coronavirus, hagan como Philipp y entreténganse en sus encierros.
 Aunque la recomendación más propia, para este tiempo que nos ha tocado vivir, es que saquen de sus estanterías el famoso Decamerón de Boccaccio y emulen a esos diez jóvenes burgueses –tres hombres y siete mujeres– que en 1348 se refugiaron de la peste negra en una casa de campo a las afueras de Florencia. El virus que portaron las ratas llegadas desde Oriente en barcos cargados de especias acabó con la vida de 40.000 almas en la ciudad, la tercera parte de sus habitantes, mientras ellos entretenían el confinamiento contándose historias picantes, satíricas, trágicas o moralizantes.

A Tale from the Decameron, 1916, oil on canvas, 101x159 cm.
John William Waterhouse

 Boccaccio, que tenía por entonces 35 años, vivió en persona la epidemia, el horror y el miedo que se extendió por todas las capas sociales; y seguramente algunos de aquellos relatos debió de escucharlos en tabernas o mercados. Quizás elevados por el aire desde alguna que otra ventana o balcón. Y muchos otros los inventaría él mismo, recogiéndolos todos en boca de sus protagonistas: durante diez días cada joven tenía que contar una historia, de ahí que el Decamerón esté compuesto por cien relatos, y que el libro alcance las mil y pico páginas que encontraréis en uno o dos volúmenes.



 Quizás en agradecimiento a las horas ocupadas con su lectura, cuando todo esto haya pasado y se pueda volver a viajar libremente por el mundo, encaminen sus pasos al pueblecito toscano de Certaldo donde nació Giovanni Boccaccio. Su casa, bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial, fue reconstruida con esmero, al igual que un jardín que imita a aquel en el que se reunían a contarse historias aquellos jóvenes. Hace tiempo escuché decir a Mario Vargas Llosa que "el verdadero jardín está en San Domenico, una aldea en las colinas que trepan a Fiesole, en una casa, Villa Palmieri, que todavía existe". Así que ya puestos, desde Certaldo, acérquense a Florencia, visiten sus calles, sus monumentos, museos e iglesias, y luego suban a Villa Palmieri para recorrer "sus parques con estatuas devoradas por la hiedra y sus laberintos dieciochescos" y contemplar desde allí las vistas de la ciudad.

#QuédateEnCasaLeyendo

 Y si no tienes qué leer, recuerda que en estos momentos de incertidumbre las librerías, farmacias del alma, siguen llevándote los libros a casa desde la trastienda.

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