miércoles, 20 de noviembre de 2019

LIBRERÍA PROTEO-PROMETEO, 50 AÑOS DE SERVICIO A LOS LECTORES


50 aniversario de Librería Proteo-Prometeo
Fotografía: Lucía Rodríguez

El pasado viernes, 8 de noviembre, la librería Proteo-Prometeo celebró su 50 aniversario, un evento al que no pude acudir por culpa de una lumbalgia, pero que he seguido atentamente por internet.
 De entre todas las fotografías que he visto, quiero destacar ésta.

Jesús Otaola, Pepe Ramírez y  Paquito Ramírez en la librería Proteo-Prometeo de Málaga
Fotografía: A mediados de los años 90, archivo de la librería.

 En ella aparece, junto al ya jubilado Pepe Ramírez (sus atinadas recomendaciones de libros emparentaba el oficio del librero con el del médico que te prescribe un medicamento en una receta) y el tristemente fallecido Paquito Ramírez, un jovencísimo Jesús Otaola. La ilusión que denota su rostro no se ha apagado, ni el ingenio con el que desempeña su trabajo, timoneando la nave para, en estos tiempos tan complicados en los que el libro tiene que competir con tantos reclamos, no tener que perder a ninguno de sus empleados.

Jesús Otaola y Paco Puche, fundador de la librería, cuando recibieron el premio a la mejor Librería Cultural de España en octubre de 2017. Fotografía: ARCINIEGA (La Opinión de Málaga)

 Para mí, por edad, Proteo-Prometeo no es "la librería antifranquista" que tenía que sortear a la autoridad para vender los libros prohibidos por la dictadura, volúmenes obtenidos en Madrid, Barcelona, Francia o la Unión Soviética.

Librería Proteo. Fotografía: Lucía Rodríguez

 Para mí, Proteo-Prometeo es la librería de mi padre y, por ende, la mía. Mi padre, Francisco Delgado Acosta, empleado de banca y contable a tiempo completo, escritor a tiempo parcial cuando las obligaciones diarias se lo permitían, tuvo durante treinta años una cuenta de cliente en la librería. No sé cuántas pesetas pagaría al principio, cuando se dio de alta el 1 de enero de 1983, tal vez 200 o 300 pesetas al mes, pero eso, aunque la cuenta quedase en números rojos, le permitía llevarse a casa todos los libros que quería. Gran amante de los libros, nos inculcó a todos los hermanos el hábito de la lectura, y aunque la biblioteca de casa era, y sigue siendo, extensa, cuando necesitábamos algún libro que no estaba en los estantes, allá que nos mandaba con la tarjeta de socio. En 1999, cuando se introdujo el euro en España como moneda de cambio, mi padre ya pagaba una cuota de 6 euros (1.000 pesetas), que en 2001 subió a 12 euros. Conste que la cantidad a pagar la estipulaba el cliente en función de sus posibilidades o del mayor o menor uso que hiciese de la tarjeta. El nuestro debía de ser alto, porque en 2009 cambió la cuota a 15 euros. Todos estos datos los sé gracias a Jesús Otaola, pues ni mi padre ni yo los recordábamos. La tarjeta se dio de baja el 1 de julio de 2012, pero, aun sin ella, hemos seguido siendo clientes de la librería.

Imagen antigua de la librería Proteo
Fotografía: Facebook de la librería

 Por todo eso sigue siendo tan especial subir por la calle Puerta Buenaventura hasta el número 3 y 6. Después de tantos años, uno cruza cualquiera de sus soportales y enseguida se siente como en casa.

Interior de la librería Proteo. Fotografía: Lucía Rodríguez

Interior de la librería Proteo. Fotografía: Lucía Rodríguez

 Recordar también a la ya desaparecida librería de ocasión que tenían al doblar la esquina, en la calle Carretería, donde tantos libros infantiles les compramos a nuestros hijos, hoy felizmente buenos lectores.

 Felicito desde este blog a todo el equipo de la librería. ¡Enhorabuena por esos 50 años! ¡Y ahora, a por el siglo!

Paco Puche, cofundador de la librería, junto a parte del personal de Proteo-Prometeo (50 aniversario)
Fotografía: Diario Sur


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