Pedro Delgado y Sergio Barce, junio 2011 Fotografía: Lucía Rodríguez |
Hace unos días, en el nº 14 de la revista Akros que dirige Antonio Bravo Nieto en Melilla, leí un artículo del escritor Sergio Barce titulado Uno de los nuestros: Larache vista desde mis novelas y relatos, y desde las novelas y relatos de otros autores. Al final del mismo, mi amigo Sergio hacía una referencia a las palabras que le dediqué a su novela Una sirena se ahogó en Larache, las cuales reflejan la sensación que tuve de estar en dicha ciudad mientras leía la novela, como si lo observase todo desde lo alto de una azotea:
El escritor Pedro Delgado ha señalado acerca de Una sirena se ahogó en Larache: "Hay escritores para los que no tiene importancia el lugar en el que se desarrollan sus novelas. Lo mismo podrían tener como escenario Madrid que Barcelona, Lisboa que Faro, Nantes que París, /.../ pero Sergio es de esos otros autores para los que ese hecho sí es importante, para los que el paisaje es un personaje más /.../ con sus luces y sus sombras que hace que, los que seguimos su trayectoria y hemos leído sus novelas anteriores, conozcamos, hayamos estado o no allí, la villa de Larache..."
El texto completo del que están sacadas estas líneas, lo escribí a finales de mayo de 2011, para la presentación de la novela de Sergio en el salón de actos del Corte Inglés. Guardo un recuerdo muy especial de aquella tarde, pues nos acompañó en el escenario Pablo Cantos, quien también preparó unas palabras para arropar la novela de Sergio.
Les dejo aquí el texto completo de nuestras intervenciones en aquella presentación, lejana ya en el tiempo pero muy viva en el recuerdo.
Pablo Cantos Ceballos, Sergio Barce y Pedro Delgado Fernández Presentación de Una sirena se ahogó en Larache, 1 de junio 2011, Málaga Fotografía: José Luis Gutiérrez |
Les dejo aquí el texto completo de nuestras intervenciones en aquella presentación, lejana ya en el tiempo pero muy viva en el recuerdo.
Presentación de Una sirena se ahogó
en Larache
por Pedro Delgado Fernández
Pedro Delgado Fernández en la presentación de la novela de Sergio Barce Málaga, 1 junio 2011 / Fotografía: José Luis Gutiérrez |
Hay escritores
para los que no tiene importancia el lugar en el que se desarrollan sus
novelas. Lo mismo podrían tener como escenario Madrid que Barcelona, Lisboa que
Faro, Nantes que París..., pero Sergio es de esos otros autores para los que
ese hecho sí es importante, para los que el paisaje es un personaje más, como
lo es el Monument Valley para John Ford en sus películas del Oeste, haciendo de
paso referencia a esa afición compartida por el western. La ciudad es un
personaje más con sus luces y sus sombras que hace que, los que seguimos su
trayectoria y hemos leído sus novelas anteriores, conozcamos, hayamos estado o
no allí, la villa de Larache.
Es por eso que reconocemos esos lugares
comunes:
-El embarcadero
y la desembocadura del Lükus;
-el mercado
central;
-el castillo de
las Cigüeñas, en cuyas ruinas se esconden los amigos de Tami para fumar o
cruzar sus espadas de madera, y donde se celebraba el festival de guitarra y
música;
-la cuesta del
hammam;
-el cementerio
cristiano sobre el acantilado, por el que corre Tami con Bernani, y en donde
estuve con Sergio visitando la humilde tumba de Jean Genet;
-la explanada
del Majzén;
-el Luís Vives,
adonde me llevó Sergio para presentar Al sur del Sahara, mi primer libro
de viajes;
-el bazar
Comandancia de Ragala, lugar de encuentro de artistas donde lo de menos es
vender instrumentos musicales;
-la medina,
laberíntica y mágica como todas;
-la calle Real,
donde Tami se encuentra con Hassan, que debió de ser alguien muy parecido al Lengua
de Málaga;
-el zoco chico,
con su piso empedrado sobre el que algunos, como el padre de Tami, extienden
sus mercancías de segunda mano haciéndole la competencia a los vendedores de
los bazares que se cobijan bajo los arcos de los soportales;
-la plaza de
España o de la Liberación, con los arriates que la rodean;
-el balcón.
¿Cuántas veces no se habrá sentado Sergio con sus amigos sobre la balaustrada,
con los pies colgando hacia fuera, cara al océano? ¿Cuántos barcos pesqueros, de
paso lento y pesaroso, no habrá visto atravesar la barra de la desembocadura?
Uno adivina esas pinceladas autobiográficas
en algunos apuntes, e imagina a Sergio creyéndose el mismísimo Barbarroja al
cruzar el Lükus o jugando al fútbol con sus amigos, aunque sus nombres no sean
exactamente Lotfi, Mustapha, Miguelito, Samir o Bennani.
Y me gusta que existan personajes reales
entre los “extras” de la novela:
-Filafi el del
banco;
-Pilar Triviño y
su hermano Toni, el que trabaja en el consulado de España;
-la doctora
Ouazari y el doctor Ali Marzouki;
-Mayid Yebari,
hermano de El Harh Yebari, el del bazar de la avenida Mohamed V, que a veces le
da 5 dirhams a Tami para que se compre garrapiñadas. Yo he estado con Sergio en
el bazar del Sr. Yebari;
-los directores
de cine Abdeslam Kelai y Cherif Tribak, sentados en el café Lixus;
-el guitarrista
Ahmed el Guennouni;
-Luisito
Velasco;
-los poetas
Mohamed Abid y Al Bakri;
-Sibari, el más
popular de los escritores marroquíes que escriben en castellano. Una persona
entrañable con la que compartí unas horas en la Casa de España de Larache;
-Mohamed Mrabet,
que no es el escritor que encumbró mi admirado Paul Bowles al transcribir su Amor
por un puñado de pelos, sino ese señor con mayúsculas que
vive en la medina y que tiene una pequeña asociación llamada Al Kasaba, y que
es de los pocos que cuidan la zona;
-Rachid Serrouk,
el de la librería Al Ahram, donde también estuve, la persona que le regala a
Tami ese cuaderno de dibujos que todos los niños quieren tener;
-Manuel
Gallardo, el abuelo materno de Sergio, que es el policía que abrió camino con
la sirena de su motocicleta al abuelo de Tami y a Casitas, el jugador del
Larache, para que llegase a tiempo al partido que le ganaron al Martos. El otro
día miré por curiosidad en qué división juegan actualmente cada uno de los
equipos. El Martos Club de Fútbol milita en la tercera división (grupo IX),
pero el Larache Club de Fútbol desapareció con la independencia de Marruecos en
1956. Jugaba en el estadio de Santa Bárbara, con capacidad para 4.900 personas,
y la camiseta de su equipación era como la del Málaga. El equipo se fundó en
1940 con el nombre de Patronato Deportivo Larache, y en 1947 cambió de nombre
por Larache C.F. Alcanzó la tercera división española, donde militó 8
temporadas hasta su desaparición. La sede social del club se encontraba en el
Bar Selva, en la plaza de España.
Hablando de fútbol, me gusta pensar que
Tami, de existir, estaría contento por la victoria del Barça el pasado sábado,
y que se habría paseado con su camiseta blaugrana con el nombre de Xavi en la
espalda, por las plazas y las calles de la ciudad.
Todos sabemos, como el tio de Miguelito que
era marinero, que las sirenas desaparecieron hace siglos, pero después de leer
esta novela uno no podrá dejar de otear la playa cuando visite Larache, con la
esperanza de que aquella sirena todavía no se haya ahogado.
Pedro Delgado, sus padres y Lucía Rodríguez en la presentación del libro de Sergio Barce Málaga, 1 junio 2011 / Fotografía: José Luis Gutiérrez |
Presentación de Una Sirena se ahogó en Larache
por Pablo Cantos Ceballos
Pablo Cantos Ceballos durante su intervención Málaga, 1 de junio de 2011 / Fotografía: José Luis Gutiérrez |
LA
REBELDÍA DE LOS SOÑADORES
No conozco Larache. ¿Has estado por allí?, me preguntó Sergio
Barce hace casi diez años. He estado varias veces, sobre todo en el Norte pero
una vez llegué hasta Ouarzazate, le contesté. Tienes que venir conmigo, en
cuanto haya ocasión. Pero la ocasión tarda, a mi pesar y al suyo. Entretanto,
Sergio me va regalando fragmentos de su ciudad. Nombres, rostros, edificios
antiguos, recuerdos tomados de un botín inagotable que trajo consigo y que
siempre lo acompaña. Sergio vive aquí, en Málaga pero, para soñar, se traslada
hasta su ciudad de siempre. Cuando la realidad lo enreda, Sergio mira hacia
arriba y, sin esfuerzo, se eleva hasta en el laberinto de su infancia. El
laberinto está pintado de cal y azulina, y tiene vistas al Balcón del
Atlántico. Por eso huele a mar y a sardinas, o a aceitunas, jengibre y
pimentón. Ahí es donde vive Tami. El niño encimado por la maldad ajena, y redimido
por los relatos de su abuelo y los brazos de su madre. El niño frágil que,
incomprensiblemente, resiste. No le es fácil. Hace falta creer mucho, sortear
mentiras y amenazas para convertir un cigarrón verde en aguerrido combatiente,
para servir al gran Saladino y para cortejar princesas tan altivas como Aixa.
Pero la realidad, aunque retrocede, no se rinde; la realidad es un padre impío,
un hermano mayor, un abuelo viudo, y un cuartucho con jergón en el que dormir
la fiebre. La realidad tiene los brazos fuertes, y Tami los bronquios cargados
y un propósito hecho ilusión de belleza. Así, entregado y decidido, llega hasta
la Playa Peligrosa. Ya no valen medias tintas: la fantasía que lo ha protegido,
lo desafía. Una sirena. Es una sirena varada quien lo mira, lo seduce y lo reta
para que compruebe si los sueños tienen la verdad necesaria para seguir viviendo.
“¿Y tú me crees?- su pregunta brota de la
garganta con un temor de descalabro. Su madre parpadea un par de veces
esbozando una sonrisa de conmiseración, tal vez sopesando la respuesta adecuada.
Asiente con la seguridad que le da el no poder defraudarlo. Lo arropa de nuevo
y lo besa en la frente, barruntándose que probablemente tendrá que llevarlo al
médico.
-Claro que te creo.
Siempre- toma aire antes de preguntarle- Tami, ¿me regalarás algún día una de
tus estrellas?”
No es verdad. En el mundo no hay sirenas, y Rachida lo sabe. Pero
la ilusión de Tami es tan vigorosa que algunos, sin creerla, ansían
compartirla. Luego están los otros, los miserables, los sometidos, los
ventajistas borrachos de mundo y de realidad. Pero nada de esto es para ellos.
Ellos se conformarán con sus abusos, su violencia y sus engaños de filibustero,
porque sospechan que las sirenas nunca los mirarán con sus ojos transparentes.
Las sirenas son solo para los rebeldes que sueñan.
***
Este viernes, 8 de abril, Sergio Barce da una conferencia en Melilla, bajo el sugerente título De Larache a Tánger, un viaje a través de mis novelas. La cita es a las 20:00 horas, en el Real Club Mediterráneo. Si están por allí, no les digo más. Asistan, acomódense en los asientos y déjense guiar por Marruecos de la mano de Sergio Barce.
De Larache a Tánger, un viaje a través de mis novelas Sergio Barce |
Y aprovechen para que les dedique sus novelas.
También les dejo el enlace donde pueden leer el artículo que escribió Sergio para la revista Akros.
Pedro Delgado y Sergio Barce Málaga, 1 junio 2011 / Fotografía: Lucía Rodríguez |
También les dejo el enlace donde pueden leer el artículo que escribió Sergio para la revista Akros.
Akros nº 14 Revista de Patrimonio Melilla |
Es verdad, Pedro. Cuántas sensaciones provoca ver esto al cabo del tiempo... Emocionantes todas.
ResponderEliminarGracias por este precioso artículo.
Sergio Barce
De nada, Sergio. Aunque nos veamos poco, ya sabes lo mucho que te aprecio.
EliminarUn gran abrazo. Y que vaya todo bien por Melilla.